Apología de la pereza
Se sabe que, debido a su débil constitución física, Stevenson asó mucho
tiempo recluido en su casa, o encamado, escribiendo. Quizá a ello se deba su idea de la pereza como
una perspectiva vital distinta a la industriosidad de su época —de ahí
esta apología, «discurso en defensa de alguien o algo»—, de cuya exposición
publicamos un fragmento.
Boswell: Nos cansamos cuando no hacemos nada. Johnson: Eso sucede,
señor, porque como los demás están atareados, queremos compañía; pero si no
hiciéramos nada, nadie se cansaría: nos entretendríamos los unos a los otros.
Precisamente ahora, cuando todo
el mundo está obligado, so pena de
ser condenados por un delito de lesa
respetabilidad, a ingresar en alguna profesión lucrativa, y a ejercerla con
auténtico entusiasmo, una exclamación del partido opuesto, de quienes están
satisfechos cuando tienen bastante y les gusta contemplar y disfrutar del
tiempo, adquiere cierto tono bravucón y de fanfarronería.
Pero no debería ser así. La mal llamada pereza, que no consiste en «no hacer nada», sino en
hacer muchas cosas no reconocidas en los formularios dogmáticos de la
clase dirigente, tiene tanto derecho a hacerse valer como la laboriosidad.
La vida inerte
Se suele considerar que la existencia de personas que
se niegan a participar en esa gran
carrera de obstáculos por unas cuantas monedas de seis peniques representa
tanto un insulto como una decepción para los que sí lo hacen.Un tipo cabal —de
los que tanto abundan— toma su decisión, vota por los seis peniques, y, por
emplear el enérgico americanismo, va «saco» por ellos. Y mientras él está
arando esforzadamente el camino,
no es difícil entender su resentimiento cuando ve
personas descansando en los prados de los márgenes, tumbados con un pañuelo en
la cabeza y un vaso junto al codo. La indiferencia de Diógenes ofende en un
sitio muy delicado a Alejandro.
Para aquellos
turbulentos bárbaros, ¿en qué quedaba la gloria de haber conquistado Roma, cuando
irrumpieron en el Senado y se encontraron a los Padres sentados en silencio e
insensibles a su triunfo?
Resulta molesto esforzarse y escalar las cimas
difíciles y, al terminar, ver
que la humanidad se queda impasible ante tu logro. De ahí que los
físicos condenen lo
que no es físico,
que los economistas sólo toleren superficialmente a los que saben poco de
acciones, que la gente de letras desprecie a los iletrados, y que las personas
con un oficio se unan para denostar a los que no tienen ninguno.
[…] Los libros
tienen su valor, pero son un sustitutivo de la vida completamente inerte.
Es una pena quedarse sentado como la dama de Shalott, mirando un espejo, de
espaldas a todo el bullicio y el atractivo de la realidad. […] En mi caso,
asistí a muchas clases en aquellos tiempos. Aún recuerdo que el giro de la
peonza es un ejemplo de estabilidad cinética. Aún recuerdo que la enfiteusis no
es una enfermedad, ni el estilicidio un crimen. Pero, aunque no quiero olvidar esos
retazos de ciencia, no les doy el mismo valor que otras cosillas que aprendí al
aire libre, mientras hacía novillos (irse de pinta). […]
Basta decir lo siguiente: si un muchacho no aprende
en la calle es porque no tiene
capacidad para aprender. […] Puede lanzarse contra una mata de lilas junto a un
arroyo, y fumar innumerables pipas al son del agua en las piedras. Un pájaro
canta en el matorral. Y puede que allí tenga ideas amables y vea las cosas bajo
una nueva perspectiva. Vaya, si esto no es educación, ¿en qué consiste ésta
entonces?
El arte de vivir
Ahora bien, la del sabio hombre del mundo es la opinión más extendida.
[…] Sainte Beuve, a medida que fue cumpliendo años, consideraba que toda la experiencia era como un
único y gran libro, que podemos estudiar algunos años antes de irnos de este
mundo, y le parecía que daba igual leer el capítulo xx, que es el cálculo diferencial, o el
capítulo xxxix, que es oír a
la banda tocando en el parque. […] Mientras otros llenan su memoria con un
batiburrillo de palabras, la mitad de las cuales olvidarán al término de esa
semana, el que hace novillos puede aprender algún arte sumamente útil: a tocar
el violín, a distinguir un buen puro, o a hablar con desenvoltura y tino con
toda clase de personas.
«No creo que la necesidad sea la madre de la invención. La invención…
proviene directamente de la ociosidad; posiblemente también la pereza: para
ahorrarse el problema», Agatha Christie.
Muchos que «se han aplicado con diligencia en su libro», y lo saben todo
sobre una rama u otra del
saber establecido,
salen de la sala de estudio con un aspecto antiguo y de búho, y resultan secos,
burdos e indigestos en las mejores y más luminosas partes de la existencia.
Muchos amasan una gran fortuna y siguen siendo groseros y ridículamente estúpidos
hasta el final. Mientras tanto, ahí está el perezoso, que empezó a vivir a la
par que ellos, una imagen distinta.
Ha tenido tiempo para cuidar su salud y su ánimo; ha estado mucho al
aire libre, que es lo más saludable para el cuerpo y la mente; y, aunque nunca
haya leído pasajes escondidos del Gran Libro, le ha echado un vistazo y lo ha leído
en diagonal con gran provecho. ¿No podría
sacrificar
el estudiante
algunas raíces hebreas, y el hombre de negocios algunas medias coronas, a
cambio de una parte del conocimiento que tiene el perezoso de la vida en
general, y del Arte de Vivir?
Una especie de coma
[…] Estar
extremadamente ocupado, ya sea en el
colegio o la universidad, en la iglesia o el
mercado,
es síntoma de una vitalidad
deficiente, y la facultad
de la pereza implica unos gustos amplios y
variados
y un fuerte
sentido de la identidad personal. Existe
una clase de personas muertas en vida, vulgares,
que apenas son conscientes de estar vivos si no ejercen alguna ocupación
convencional. […]
No tienen ninguna curiosidad, no pueden entregarse a estímulos azarosos,
no disfrutan con el ejercicio de sus
facultades por el mero placer de
hacerlo y, a no ser que la Necesidad
la emprenda a palos con ellos,
incluso se quedarán quietos. Es
inútil hablar con gente así:
no pueden
estar sin hacer
nada, su naturaleza
carece de la
generosidad necesaria;
y las horas que no dedican al
furioso
trabajo
en el molino de oro las pasan
en una especie de coma. […] Como
si el alma de un hombre no fuese ya
suficientemente pequeña de por sí,
han menguado y reducido la suya
con toda una vida de trabajo sin
distracciones; hasta que llegan a
los 40, con la atención muerta, una mente vacía de cualquier fuente de
diversión, y sin una idea que entre en contacto con otra, mientras esperan el
tren. […]
«Nada es realmente un trabajo, hasta el momento en que preferirías estar
haciendo otra cosa», James Matthew Barrie
Pero no sólo es
él la víctima de
sus atareadas costumbres, sino también su mujer e hijos, sus amigos y parientes, e incluso las
personas con las que se sienta en el vagón de un tren o en un autobús. La
devoción perpetua hacia lo que un hombre llama su negocio sólo se puede obtener
mediante una desatención perpetua de muchas otras cosas. […]
No cabe duda
de que dependes en
gran medida de las atenciones de tu abogado y de tu agente de Bolsa, de los
guardias y guardavías que te llevan rápidamente de un sitio a otro, y de los
policías que patrullan las calles para protegerte; pero ¿acaso no hay un
pensamiento de gratitud en tu corazón para otros benefactores que te hacen
sonreír cuando te cruzas con ellos, o que aderezan tu cena con una buena
compañía? […]
CUESTIONARIO 1
¿Qué objetivo tendrías al leer el texto?
Mi objetivo sería conocer as que es la idea
que tiene este autor acerca de la pereza y porque piensa así
¿Qué es la idea central?
La idea central de este texto es expresarte
que es la pereza, pero por medio de una anécdota que te da el autor
¿Cómo desarrolla la información el autor?
Desarrolla la información de una manera
clara, separándole por subtítulos para que no perdamos la sinopsis y se dé a
explicar mejor.
Apología de la pereza
Stevenson deba su idea de
la pereza como una perspectiva vital, la mal llamada
pereza, que no consiste en «no hacer nada», sino en hacer muchas cosas suele
considerar que la existencia de personas que
se niegan a participar en esa gran carrera de obstáculos, pues resulta molesto
esforzarse y ver que la humanidad se queda impasible ante
tu logro.
Los libros tienen su
valor, pero son un sustitutivo de la vida completamente inerte, considera que
toda la experiencia es como un único y gran libro, que podemos estudiar algunos
años antes de irnos de este mundo, pero el perezoso le ha echado un vistazo y
lo ha leído en diagonal con gran provecho y las horas que no dedican al furioso
trabajo en el molino de oro las pasan
en una especie de coma, pero las personas que rodean al perezoso también
son víctimas de la pereza de la persona
CUESTIONARIO 2
¿El autor es experto en el tema?
Consideramos que, si es un experto, ya que
todo lo que argumenta es fundamentado, por algún escrito o link para que
conozcamos más acerca del tema
¿El lugar donde se publica el texto es prestigioso en el
ámbito académico?
si ya
que es una fuente confiable.
¿El tema y el texto en si son actuales?
Consideramos que si es un tema reciente por el hecho que fue publicado hace un año y no creemos que las ideologías hayan cambiado tanto
¿El autor se apoya en otras fuentes, citas y referencias debidamente?
si, hace menciones de algunas citas, las
cuales las resalta con color y va dándole una síntesis al texto
Postura del autor
El autor te refleja una
postura a favor de la pereza, argumentando que la vida es como un libro muy
grande y que vas aprendiendo de ella conforme los años, pero que hay dos tipos de
personas, los que se aplican tanto en el libro que se olvidan de vivir y
experimentar por ellos mismos en cambio el perezoso solo da una leída, con lo
cual él prefiere mejor vivir y disfrutar.
Mi postura
A mi parecer yo coincido
con la postura del autor y estoy a favor ya que hay disfrutar cada etapa de la
vida, no meternos tanto en el libro y adquirir nuestras propias experiencias, y
en cierto cada uno de nosotros hemos tenido un poco de pereza en nuestra vida